Salimos de Copiapó hacia Antofagasta. Pasamos por Chañaral, un pueblo que sufrió mucho con el temporal. La ruta principal estaba en partes cortada y había tramos donde sólo funcionaba una mano. Vimos grúas, camiones enormes retorcidos, autos volcados, cadáveres de hierro amontonados en el cauce ya tranquilo del río. Quisimos comprar picnic pero la luz había vuelto el día anterior y los almacenes tenían poco y nada. Armamos una ensalada de palta y tomate que fuimos comiendo en la kombi. En Chile la palta está siempre presente en las cocinas. Qué rico, nos estamos dando gran panzada
Francisca se deslizaba por la ruta, estábamos nuevamente atravesando el desierto. Es un paisaje sobrecogedor, la inmensidad, la nada. Abruma pero de a poco uno va entrando en esta energía especial, como lo describió un nuevo amigo, también kombiero, que encontramos más adelante. Son 570 km con largas subidas y bajadas. A velocidad del paisaje llegamos de noche a Antofagasta.