Llegar a la casa de los Echegaray fue un descanso después la caótica entrada a Lima. Mariano era hermano de Agus, amiga y mujer de gran amigo de siempre. Las “focas” sobrenombre de la pareja (Mariano y Mariana) vivían en Lima hace dos años con dos hijos varones. Gran noticia para Dimas. Hicimos asadito bajo el cielo siempre nublado de la ciudad. Esta nube casi perenne pocas veces da respiro y para los que vienen de fuera es una de las cosas a las que más cuesta acostumbrarse.
El sábado visitamos el malecón de Miraflores, una rambla larga que bordea un acantilado que cae en picada al Pacífico. Hicimos un picnic entre flores y parapentes que se tiraban al vacío y pintaban el cielo que ese día, milagrosamente, no era gris. Después, caminamos por un mall (centro comercial) al aire libre, empotrado en la montaña y nutrido de vidrieras de colores. Gran contraste con Buenos Aires, donde estos días apenas encontrás productos de fuera, las vidrieras se parecen y los precios suben y suben. Mariano nos contaba que acá el diario cuesta lo mismo desde que llegó, que los alquileres bajan y que a pesar de que el país no está en su mejor momento, en Lima sigue habiendo buenas oportunidades de trabajo. Mientras conversamos, los chicos se divertían tirando avioncitos de papel que planeaban con estilo sobre el mar. No hacía falta entrar en las tentadoras tiendas para que lo pasen bomba.